sábado, 27 de junio de 2015

Somos lo que comemos y lo que absorbemos.


“El merengue y la hamburguesa
Un niño soñaba la llegada de las fiestas del pueblo, cuando llegó el dia comió el primer merengue con devoción, el segundo lo disfrutó igualmente, con el quinto merengue empezó a notar cierto cansancio, tras el sexto paro, a partir de aquí estaba dispuesto a dar algo para no comer más merengues.
El niño se hizo mayor y comía hamburguesas, un día le pasó lo mismos que con los merengues.
Pocos años más, se dio cuenta de que los merengues le habían socavado la dentadura y las hamburguesas le habían dañado las arterias con altos niveles de colesterol.
Contrastando el valor de lo que consumía y reevaluando los costes de dentistas y médicos y el sacrificio real de su trabajo, concluyo que con una sola hamburguesa al mes y muchas verduras y legumbres sería más feliz.”

La comida es parte de nuestro ADN, hay algo ancestral en la gastronomía de una familia, religión o país.
Todos recordamos con cariño los suculentos platos de nuestras madres y abuelas, en una mezcla de sabores posibles gracias a materias primas e ingredientes provenientes de nuestra tierra. El reconocimiento de la tradición culinaria, la degustación de productos naturales de calidad y el disfrute pausado en compañía de otros es una experiencia que reconforta nuestro cuerpo y nuestro espirittu.
La sociedad moderna nos ha ido alejando de los productos más sanos y sostenibles, por una supuesta productividad, y bajo coste, modificando nuestros hábitos a la hora de adquirir la comida.
Es difícil comer bien y cuidar-se bien con la oferta alimentaria que tenemos a nuestro alcance, estamos viviendo en un mundo muy enfermo donde encontramos en los estantes productos que vienen de todas partes, con conservantes, aditivos, azucares, sulfatos para que duren y sean asequibles. Este consumo continuado produce enfermedades de todo tipo que posteriormente comentare. Comer congelados y productos preparados, y condimentaros es comprar caro.




Pero no solo eso, podéis decir que los productos frescos son caros, especialmente los de mercado de aproximación o los ecológicos, pero si todos nos plantearemos el tema como una inversión a nuestra salud nos ahorraríamos mucho en medicinas para paliar efectos producido por malos habitos, a la vez que las necesidades del mercado cambiarían porqué si no hay demanda para un tipo de producto simplemente dejan de producirlo, bajarían los precios de aquellos productos que legítimamente debemos consumir y no deberían ser exclusivamente para friquis y gourmets.





Que tus alimentos sean tus medicamentos y sus medicamentos sean tus alimentos”
                                                                              (Sócrates)


Si somos conscientes de ello, podemos hacer muchas cosas para evitarlo. El aprendizaje consta de recoger varias disciplinas y saber sacar la esencia de todas ellas, seguidamente, hablaremos de tres, con dos profesionales destacados en sus especialidades.

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